Es inevitable que seamos las únicas personas capaces de juzgar con acierto nuestras acciones. Hacerlo es parte de nuestra responsabilidad y el único camino para poder corregir, reparar y aprender de los errores.
Debemos juzgar las acciones, no a nuestra persona. Debemos evaluar con sinceridad y sin engaños nuestras actitudes. Comparar nuestras acciones con la escala de valores para dar paso al ajuste que sea necesario. No podemos dejar de ser quienes somos pero se puede aprender a actuar de diferente manera.
La vida no se mide por los resultados que obtenemos sino por la esencia de sus motivaciones. Sólamente uno mismo sabe con sinceridad la razón ó las circunstancias que le llevan a actuar de una determinada manera. Solamente uno mismo sabe porque no se puede, no se quiere ó no se sabe actuar de un modo diferente. Solamente uno mismo puede valorar la conducta siempre y cuando no se mienta, siempre y cuando no se engañe.
Al juzgar una conducta deberiamos saber sí la persona en cuestión podía hacer otra cosa ó no. Es fácil ser bueno, y sencillo, ser duro, lo dificil es ser justo.
Si resulta que después de todo salimos mal parados de nuestro propio juicio, bueno sería que la condena que nos pusieramos fuese correcta a nuestra falta. La mayoría de las personas se castigan por los errores cometidos, en lugar de aceptar sus limitaciones y pagar sus errores. Los menos caen en el error contrario, disimulando su error y dejandolo en un cajón archivado.
Ni tanto ni tan poco. Aceptar tu realidad implica el darse cuenta, te equivocas, confundes el camino, se apunta mal......... Pero no se és mejor ni peor por ello, pues de los errores se aprende y se repara lo que se puede. Y después dejaras salir el mejor de los amores que seas capaz de sentir por tí.
Cada uno sabe la gravedad del error, si no te lo puedes perdonar debes de aprender a compartirlo con alguien. Solamente recuerda que incluso para el más duro error nadie puede ser juzgado dos veces por lo mismo.
Debemos juzgar las acciones, no a nuestra persona. Debemos evaluar con sinceridad y sin engaños nuestras actitudes. Comparar nuestras acciones con la escala de valores para dar paso al ajuste que sea necesario. No podemos dejar de ser quienes somos pero se puede aprender a actuar de diferente manera.
La vida no se mide por los resultados que obtenemos sino por la esencia de sus motivaciones. Sólamente uno mismo sabe con sinceridad la razón ó las circunstancias que le llevan a actuar de una determinada manera. Solamente uno mismo sabe porque no se puede, no se quiere ó no se sabe actuar de un modo diferente. Solamente uno mismo puede valorar la conducta siempre y cuando no se mienta, siempre y cuando no se engañe.
Al juzgar una conducta deberiamos saber sí la persona en cuestión podía hacer otra cosa ó no. Es fácil ser bueno, y sencillo, ser duro, lo dificil es ser justo.
Si resulta que después de todo salimos mal parados de nuestro propio juicio, bueno sería que la condena que nos pusieramos fuese correcta a nuestra falta. La mayoría de las personas se castigan por los errores cometidos, en lugar de aceptar sus limitaciones y pagar sus errores. Los menos caen en el error contrario, disimulando su error y dejandolo en un cajón archivado.
Ni tanto ni tan poco. Aceptar tu realidad implica el darse cuenta, te equivocas, confundes el camino, se apunta mal......... Pero no se és mejor ni peor por ello, pues de los errores se aprende y se repara lo que se puede. Y después dejaras salir el mejor de los amores que seas capaz de sentir por tí.
Cada uno sabe la gravedad del error, si no te lo puedes perdonar debes de aprender a compartirlo con alguien. Solamente recuerda que incluso para el más duro error nadie puede ser juzgado dos veces por lo mismo.
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